sábado, 21 de abril de 2012

Conga: risas y farsa

·         Por César Hildebrant
     Es una buena pieza teatral. Podria titularse "Tres personajes en busca de un autor", aunque poco tenga que ver con la grandeza de Pirandello.

El primer acto es este: salen los tres peritos a decir que Conga si va, pero con reajustes (tal como lo anuncio, modestamente, este semanario). Y luego anaden: "Esperamos que la empresa pueda cumplir todas las mejoras que estamos planteando. Esperamos que, al final, despues de esos perfeccionamientos, que pueden tener un alto costo, el proyecto pueda ser rentable".

Aplausos. Grandes aplausos. Los palcos son los primeros en apaludir. Los severos peritos internacionales han encontrado "algunas fallas" en el Estudio de Impacto Ambiental de Conga y han hecho sus recomendaciones. Insinuan que el costo de cumplirlas podra ser muy alto. Es como que se diga: "Pobre Yanacocha: le piden que amplie sus garantias. Y si no puede hacerlo? Que mensaje sera el que se le envie a la inversion nacional y extranjera?"

En el segundo acto, que veremos en las proximas horas si todos marcha bien, se desarrollara de esta manera: en un salon austero, con el unico adorno de una banderita peruana y la cara siempre patriotica de Oscar Valdes, Yanacocha saldra con el ceno fruncido a decir, mas o menos, lo siguiente:

- A pesar de que no estamos de acuerdo con las exigencias planteadas por los peritos, estamos dispuestos a cumplir con ellas. Esto hara notoriamente menos rentable la operacion, pero si asi vamos a garatizar la no afectacion de los acuiferos de Cajamarca - algo que, en nuestra opinion, ya habiamos previsto en nuestro EIA original-, pues entonces decimos que lo vamos a hacer. Nos comprometemos a ello, senor primer ministro [minero]. E invitamos a los alcaldes de los distritos involucrados a que formen parte de la Veeduria que tambien hemos aceptado.

Mas aplausos atronadores. Algunos se han puesto de pie y gritan "Bravo!".

En el tercer y decisivo acto saldra el actor de caracter Ollanta Humala y dira, mas o menos, lo siguiente:

- Yo prometi que el agua de Cajamar seria intocable, sagrada. Los ajustes a los que se ha comprometido la empresa Newmont-Yanacocha garantizan al 100 por ciento que no solo se mantendra el flujo de agua para la agricultura sino que hasta se incrementara considerablemente. Como dije, agricultura y mineria son compatibles. Agua y oro: esa es la riqueza del Peru. Tarea cumplida. Muchas gracias.

Los aplausos enrojecen las palmas de las manos, lastiman los timpanos. Ya no son aplausos: son ovaciones interminables. Juan Paredes aplaude. Los embajadores de la DBA esta freneticos. Manuel Pulgar Vidal grita de entusiasmo. La obra ha terminado. El telon cae. El reparto es obligado a salir para sucesivos y sonos homneajes del publico, en general, y tambien de los peritos Agois y del peroito Dubois y aun del perito del hortelano.

Pero es que la obra ha terminado? Pues habra terminado para Lima, que es la que maneja el telon, las luces, la tramoya y, sobre todo, la taquilla.

En Cajamarca, en cambio, otro drama recien empieza. Este es aspero, tiene apenas dialogos, se actua a la intemperie y no necesita efectos especiales ni ingenios escenograficos: las lluvias caen de verdad, las tempestades no se remedan con timbales, las ceraces lagunas estan ello con su color helado, la verdura de los valles no esta pintada. Y el autor de la obra no es Julio Favre sino una rabia antigua.

sábado, 7 de abril de 2012

Al tercer día, la palabra queda

Por: Eduardo Gonzales Viaña

Se recuerda en estos días un acto de barbarie.
Un pacífico maestro de Galilea fue condenado a recibir azotes hasta que le desollaran el cuerpo. Después, se introdujo su cabeza dentro de una corona de espinas que deberían arrancarle la piel de la frente y las sienes, y ensangrentarle todo el rostro.
Luego de ello, medio ciego por la sangre y el dolor, debió caminar dos kilómetros por la ciudad y subir a un monte mientras sostenía una pesada cruz y soportaba los escupitajos y los insultos de la turba.
Según las evidencias actuales, se le clavó por las muñecas de sus manos en el madero de la tortura. Los clavos de un centímetro de diámetro en su cabeza y de 13 a 18 centímetros de largo, fueron puestos entre el radio y los metacarpianos. Así se aseguraban de que el cuerpo no se desgarrase. Los pies también fueron fijados de esa manera. No querían que se les muriera muy pronto.
Por fin, se levantó la cruz sobre el monte y se dejó que el hombre padeciera de una cruel agonía mientras los soldados se repartían sus modestas ropas y una multitud ansiosa esperaba su muerte.
Ese hombre es mi maestro y el fundador de la fe que profeso.
Como profeta, el Nazareno proclamó un sistema contra el dinero, el poder y la explotación. En una de sus parábolas, aseguró que más fácil pasaría un camello por el ojo de una aguja a que un rico entrará en el reino de Dios. “Ustedes saben que los jefes de las naciones se portan como dueños de ellas y que los poderosos las oprimen.”… “Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dinero.”
En vez de preferir la amistad de los poderosos, el Nazareno habla especialmente a los sencillos pescadores que le sirven de apóstoles. Es el maestro de los leprosos, los enfermos, las viudas, los pecadores, los despreciados, los más pobres.
Sus enseñanzas ayudan a la gente a entender la mentira del poder y el robo inherente a la propiedad y a la riqueza. No predica la creencia en el dios del miedo y de la condenación sino en una sociedad terrestre en la que el amor vence permanentemente a la injusticia.
El hombre a quien torturaron ese viernes desafió con su vida entregada a la justicia a los señores del poder religioso, a los ladrones del poder económico y a los detentadores del poder político a quienes llamaba “zorros”. No hubo un momento de su vida pública en que no estuviera en peligro. Pagó el precio que se suele pagar por ser fiel a un compromiso.
Cualquier página del Nuevo Testamento nos muestra el pensamiento completo del mártir. Sin embargo, si algunos leen ese texto tan sólo como oraciones vacías de sentido, les bastaría con recordar al hombre enfurecido que entra en el templo armado de un látigo, que echa de allí a los negociantes, que denuncia a los sumos sacerdotes y que revela que aquello se ha convertido en una cueva de bandidos.
Su ingreso en el templo hizo entender a los impíos que la ejecución era la sola manera de librarse de esa pesadilla que es la verdad.
Lo saben quienes en nuestro tiempo mataron a Gandhi, a Martín Lutero King y al obispo Oscar Romero. Y sobre todo, lo supieron primero quienes pagaron para que se cometieran esos crímenes porque creían que de esa manera iban a liberarse de la denuncia de los profetas.
Por eso, el Nazareno resucitó al tercer día. Sobre todo, resucitó en la pesadilla sin fin de los injustos. Como ahora no pueden matarlo de nuevo, tratan de hacerlo suyo y proclaman a todo grito que son cristianos. En los países llamados cristianos se han impuesto el monopolio y el despojo a punta de fusil. El odio y el racismo han construido muros en las fronteras y rocas en los corazones contra los inmigrantes “ilegales”. Las empresas de viajes nos venden “tours” a las playas y algunos frívolos nos desean “felices fiestas”. Sin embargo, como lo dijo el cardenal Romero: “La palabra queda, y ese es el mejor consuelo de quienes predicamos.