Por: Marino Lavado Valdivia
Hélder Pessoa Câmara, sacerdote brasileño dijo alguna vez: “Cuando alimenté a los pobres me llamaron santo; pero cuando pregunté por qué hay gente pobre me llamaron comunista”.
Cajamarca, la región con gran cantidad de riquezas, especialmente en minerales. Nos preguntamos, ¿por qué sigue dentro de las diez regiones con los más altos índices de pobreza? Y ¿por qué hoy está revuelta? El escaso interés que se les toma a las comunidades para la extracción de sus recursos y el deterioro del medio ambiente, obliga a los comuneros a salir a las calles. Pero, la pobreza aparece como el telón de fondo. Donde nadie se atreve a tomarlo en cuenta.
La demanda de minerales en el mundo y el alto precio de los mismos, ha generado que en nuestro país, el Estado, concesione a diestra y siniestra gran cantidad de territorios, que en algunas regiones, especialmente las de la sierra, abarcan ya al 100%. Lo más lamentable, es que estos territorios forman parte, en la mayoría de los casos, de cuencas hidrográficas que contienen gran variedad de ecosistemas. Esto viene generando graves impactos ambientales, sobre los cuales nada se hace para remediarlo. Según un estudio de la Asociación Sucrense de Ecología, en Bolivia, la contaminación de ríos por la actividad minera, ocasiona más de diez enfermedades a los humanos, además de destruir la fauna y la flora.
Me pregunto, qué pasó luego de casi dos años con Sanagorán, región Libertad, que avizoraba convertirse en el distrito modelo en la protección del medio ambiente, al iniciar el proceso de la Consulta Popular , frente a la actividad minera. Hoy, la comunidad de Caracmarca de dicho distrito, ha tenido el peor impacto desde que la miera La Arena se intaló en esta provincia, más de 43 mil truchas de la piscigranja de la zona, resultaron muertas. Los comuneros y trabajadores de la piscigranja responsabilizaron a dicha empresa, pues indican que en vez de realizar la etapa de exploración de oro están explotando, lo que genera relaves contaminantes en la confluencia de los ríos El Alizal y La Arena que dan origen al río Chichiripucho que lleva las aguas a las piscigranjas. Mientras tanto, personal de la minera, respondieron de la manera más descarada, que dicha acusación carece de pruebas técnicas y científicas, tal como ocurrió en años anteriores. Donde también se les acusó de los mismo, pero que la fiscalía habría archivado el caso.
A un año de un nuevo gobierno, debemos exigir que, este lidere un sistema de gestión ambiental a nivel nacional. Y la población en general, debemos de dejar de pedir plazas y veredas y preocupémonos porque nuestras autoridades implementen una norma de ordenamiento territorial, la cual es prioritaria en nuestra provincia. No hay desarrollo humano sin un medio ambiente sano.
Una gestión del medio ambiente, no solo debe incluir limpieza en las calles, tratamiento de residuos sólidos, implementar más carros recolectores de basura, sino también, la implementación de un plan de educación ambiental, con respecto a la minería, como se viene realizando en otras regiones, la protección de nuestra naturaleza, cabeceras de cuenca, lagunas, ríos, nuestro aire y suelo que constantemente son contaminados por la minería formal e informal.
Según un informe del diario La Primera, del 20 de diciembre del 2010, el sector minero formal, representa el 70% del total de las exportaciones nacionales. Pero este sector apenas emplea al 1% de la Población Económicamente Activa (PEA), mientras que la agricultura ofrece puestos de trabajo al 30% de la PEA nacional y al 65.5% de la PEA del área rural
Si bien es cierto, desde el punto de vista macroeconómico la minería es importante, la expectativa de desarrollo que esta actividad podría generar se ve interrumpida por el grave daño a nuestro medio ambiente y por la inequitativa distribución de los ingresos que esta genera.
Hoy más que nunca, se hace necesario la unión de esfuerzos y voluntades para emprender una lucha mancomunada en defensa de nuestros recursos y por la distribución equitativa de la riqueza. Las regiones de La Libertad y Cajamarca, que hoy albergan a las transnacionales más poderosas. No deben parar la guardia. Ojalá que en un tiempo no muy lejano, los pobres que ya no pueden esperar más. Los que día a día se alimentan de una sopita y unas cuantas papas, sean partícipes del desarrollo que hoy lo ven desde lejos. Y que vivir en una sociedad donde se tenga una vida digna, se goce de la libertad y la igualdad, no sea una utopía.