Por Luis Flores Prado
Al parecer la Guerra del Pacifico aún prosigue, héroes y traidores aún combaten, después de 128 años de la Batalla de Huamachuco, aún persisten los mismo intereses de rapiña, y ablandamiento al pueblo peruano. El caudillaje mesiánico y el interés trasnacional se imponen.
Algunos no combatieron en la Batalla de Huamachuco, pero estuvieron presentes en el bando patriota y en el chileno. El coronel José Mercedes Puga y el traidor Miguel Iglesias.
En vísperas de la batalla Cáceres esperaba el refuerzo de 250 hombres de encabezados por el Dr. Puga, los chasquis fueron delatados y apresados, uno de ellos se libro de sus captores y dio alcance a Puga en Matará el amanecer del día 10 de Julio de 1883,Cáceres al enterarse, descarta la participación del jefe guerrillero y decide dar batalla.
Gran parte de los hacendados huamachuquinos apoyaba a los invasores chilenos. Un día antes, a las ocho de la mañana Cáceres advirtió una recua de seis mulas cargadas de papas que los iglesistas enviaban a los chilenos, lo interceptaron para el rancho de ejercito peruano, mas tarde su secretario, el otuscanoRodríguez, baja desde el cerro Santa Bárbara, emplazamiento patriota a Huamachuco, en procura de alimentos, en su diario de campaña: “Una pobre mujer me dio un plato de cocopa; nada más obtuve.”
Notables de Huamachuco, como los Vera, los Rebaza, los Valdivia, iglesistas que no excusaron medio alguno para proporcionar víveres e información a los chilenos, Abelardo Gamarra hace una denodada defensa de la ciudad de Huamachuco, sin embargo queda en evidencia mas tarde, la actitud servil al “Gobierno del Orden y la Paz”, de Iglesias por parte de los terratenientes, en el trascurso de la guerra civil que siguió a Huamachuco
José Mercedes Puga en calidad de Jefe Superior Político y Militar el 21 de Abril de 1884 a nueve meses de la batalla, dispone, por primera vez, la identificación, traslado y honores a los cadáveres de los caídos, en la Iglesia Mayor de Huamachuco se formó una capilla ardiente, una gran corona de laurel, alrededor pabellones formados con rifles y cubiertos con la bandera nacional, en el arco interior se leía:
GLORIA A LOS HÉROES
DEL
10 DE JULIO DE 1883
LA PATRIA A SUS HIJOS
Antes del entierro Puga hizo un llamado, arengando a la oficialidad y al pueblo huamachuquino: “estos restos y estas memorias no sólo merecen de nosotros nuestra admiración y respeto, sino que engendran algo más grande en favor de la Patria: el estimulo y el ejemplo, que debemos seguir en la grandiosa obra que sobre nosotros pesa: la redención de la Republica. En esta virtud os invito a jurar conmigo ofreciendo a Dios y la Patria antes estos manes, palpitantes aún de patriotismo y de valor, que sabremos imitar su ejemplo, sucumbiendo, y también, como ellos, siempre que se trate de defender la honra y la autonomía nacional.”
Este rencor contra los potentados huamachuquinos, se hace mas patente el 16 de abril de 1885, a las ocho y cuarenta de la mañana, por tres distintas direcciones de la ciudad ingresan los patriotas, encabezados por José Mercedes Puga, la toma de la ciudad duró más de cuatro horas; los iglesistas una rala columna de 25 hombres, entregaron rifles y cananas, con cien capsulas cada una, mas una cajón con mil tiros al jefe de la columna de Huamachuco. La toma de la ciudad por los patriotas fue calle por calle, 9 muertos y 22 heridos reportan en su primer informe los iglesistas, casi arrojados de la ciudad, por el sector de las cinco esquinas avanzaba la columna patriota,en la “Calle del Chorro”, una descarga cerrada desde una de las ventanasmato al caballo y le hirióa Mercedes Puga, debajo del caballo el coronel recibió una nueva descarga que lo mató.Cegando la vida delinclaudicable“Bandido del norte” como le llamaron los iglesistas. Su muerte es verificada por el soldado huamachuquino José Briceño; el jefe proiglesista huye, con ocho secuaces por la ruta Culicanda, Chuyugual y Capachica, a la altura de la quebrada de Paday los montoneros de Challacocha, Casmiche y Poroto los dispersaron, el jefe fue capturado, un hacendado amagó su custodia, después le proporcionó caballo y guía para que llegue a Trujillo.
El saqueo de los comercios iglesistas en Huamachuco, posterior a la muerte de Puga fue masivo, fueron quemadas varias casas, se fusiló a los prisioneros. De los 250 hombres que dirigía Puga, 50 se quedaron en la ciudad de Huamachuco, bajo el mando de Artemio Neyra. Al coronel José Mercedes Puga no se le quiso enterrar en tierras huamachuquinas, sus restos fueron llevados a Cajabamba, en circunstancias que preparaban la fosa los patriotas fueron sorprendidos por las avanzadas iglesistas de Cajamarca, dejaron el cadáver en media sepultura, cosa que los iglesistas concluyeron.
El 18 de abril fuerzas iglesistas retoman la ciudad, en la calzada de ingreso, una avanzada patriota los detiene por media hora. Recuperan con ayuda de los Vera 600 tiros que le habían tomado los montoneros. Denuncian al hacendado de Chusgón, le acusan de proporcionar armas y bestias a los patriotas, preparan un destacamento para represalia.
La guerra Civil continua, hace unos días el camaleónico Alan García decidió incorporar a la Cripta de los Héroes los restos de Miguel Iglesias, aquel “teniente chileno” que enfilo sus armas contra su mismo pueblo y secundó a los invasores en sus intereses.
Ahí, en medio de los combatientes de la Resistencia de la Breña, en medio de los que entregaron su vida, que prefirieron el honor a la vergüenza, ahí reposará también el traidor que contribuyo a su aniquilamiento.
A los 128 años de a Batalla de Huamachuco, aun se exhuman nuestras vergüenzas, y lo exhibimos descaradamente como el político que lo aprueba.
El espectro político actual en el norte del Perú, tiene los mismo atisbos de hace 128 años, la economía minera, las trasnacionales, una clase que no ha aprendido la lección, repiten la historia.
Razones por la qué conmemorar a los caídos o a los traidores.
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