jueves, 8 de septiembre de 2011

AÑORANZAS

Yo, naci junto a un cerro, de  donde se desprenden  acolchonadas laderas. A un costado de una quebrada, que parecen ser las contusión de una herida del tiempo. En medio de alisos y shotobales  fueron tomando forma mis primeras letras, en  viejos cuadernos que destruyó el tiempo; pero que, permanecen intactos  en mi  memoria.
 Mis primeros y únicos juguetes fueron mis carritos de piedra, mis aviones de papel que de cuando en cuando aterrizaban  al otro lado de la hoyada, en otras, se quedaba prendidos en alguna zarza.
Así fueron transcurriendo aquellos años, donde los días eran los más intensos, los más entretenidos. Las noches, nuestras principales aliadas para imaginar otros tiempos,otras vidas, otras gentes. Las luciérnagas, nos traían los mensajes de aquellos seres que se decían venir del más allá, duendes y almas desertadas  de las tragicomedias de la vida.
Caminando entre cerro y cerro veíamos retozar el sol por las mañanas en busca de un nuevo día, las nubes somnolientas se levantaban intranquilas para luego desaparecer ante nuestra mirada.
En aquellas lomas amarillentas, nos agarrábamos a jugar bolitas, nos sentábamos a descansar en otras ocasiones, muchas veces nos habíamos agarrado a golpes, cuando los resultados nos parecía injusto a uno o a otro.
La escuela, lugar hermoso. Aun quedan ingenuos recuerdos de un amor de niño, el mirar a una de esas chinashas que hacían brillar sus rebozos en las mañanas, que seguramente señalaban su destino, ser madres y cargar con ternura a sus pequeños niños.
La maestra, no la mejor, pero sí la que fue testiga de mis lloriqueos, de mis momentos desesperantes, esas ganas inmensas de aprender las lecciones, la que me enseñó, no las aventuras de Alicia en el país de las maravillas, tampoco el soldadito de plomo, ni caperucita roja, si no a hermanarme con Paco Yunque, a sentir que los balseros del marañón estaban cerca, y que bien podría ser alguien de los míos, a sentirme privilegiado de ir a la escuela; al igual que aquel niño del cuento de Calixto Garmendia.
Asimismo, poco a poco, fui descubriendo que detrás de la vida tan hermosa que llevábamos, se escondía un mundo ignoto, que hasta ahora no llego a conocer completamente y me siento extraño…..  (continuará)

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