Por: Luis Peña Rebaza
Este domingo 05 de junio, en segunda vuelta, más de dieciséis millones de peruanos acudiremos a las urnas para decidir el curso de nuestro presente e inmediato futuro como país. En tal sentido, hay que ir con la convicción y el deber moral que implica tamaña responsabilidad. Pese a que las campañas políticas y justas electorales parecen ser cada vez menos un cotejo de ideas y de programas y cada vez más se convierten en eventos publicitarios y espectáculos en los cuales, en lugar de convencer recurriendo a la inteligencia y la razón, los candidatos y los partidos tratan de seducir, de excitar y de asustar, apelando a campañas sicosociales que siembran temor y recelos y azuzan pasiones e instintos.
Estas elecciones son trascendentales, no olvidemos que estamos a escasos diez años de la celebración de nuestro Bicentenario como nación independiente. Sin embargo, seguimos arrastrando una serie de taras que avergonzarían a los precursores y héroes que dieron su vida en aras de tan ansiada independencia.
Seguimos siendo la suma de muchos y desiguales e injustos perues, según cifras oficiales del INEI, la pobreza actual alcanza al 38.4% de la población, sin embargo hay regiones que superan largamente esta cifra:: Huancavelica (77,2%), Apurímac (70,3%), Huánuco (64,5%), Ayacucho (62,6%), Puno (60,8%), Amazonas (59,8%), Loreto (56,0%), Cajamarca (56,0%), Pasco (55,4%), Cusco (51,1%), San Martín (44,1%), Piura (39,6%) y La Libertad (38,9%).
En la actual coyuntura política electoral la contradicción principal se da por un lado entre la democracia, la defensa de los derechos humanos y la anticorrupción y, por otro la dictadura, el autoritarismo y la corrupción fujimontesinista.
El fujimorismo encarna una de las etapas más oscuras y corruptas de la historia patria, la impunidad, el genocidio y el latrocinio del erario nacional significan la negación de la democracia, la dignidad y los derechos fundamentales. Un régimen que convirtió a la política en un vil negocio, que compraba congresistas, conciencias y fallos de jueces, líneas editoriales de diarios y canales de televisión. Permitir su retorno al poder sería admitir que nuestro país está condenado a aceptar la degradación política y moral, el cinismo y la prepotencia encarnados, solo por citar un ejemplo actual, en la reciente amenaza de Martha Chávez al Presidente del Poder Judicial, por el “tremendo delito” de haber condenado al genocida Fujimori. Deberá atenerse a las consecuencias, fue su infeliz frase.
Como peruanos dignos y orgullosos no podemos ni debemos permitirlo.
¿Genera cierta duda y desconfianza la candidatura de Ollanta Humala?
Definitivamente que si, dudas y desconfianzas, que deben ser aclaradas, mientras en la candidata fujimorista y, en el tenebroso entorno que la rodea, es decir el mismísimo de su padre, tenemos verdades y certezas de lo que representó aquel oprobioso régimen y del que a última hora pide perdón e inútilmente pretende desligarse. No se puede ofender de tal manera la inteligencia de los peruanos.
Finalmente, creo que la democracia, con todos sus errores e imperfecciones, la defensa de los derechos humanos y la lucha contra la corrupción, aspectos fundamentales a considerar al momento de emitir el voto; en enorme medida, están garantizados con la presencia, en la fórmula presidencial de Gana Perú, de Omar Chehade el ex jefe de la unidad de extradiciones en la Procuraduría Ad Hoc anticorrupción para los casos Fujimori - Montesinos.
¡Qué el pueblo decida!
Este domingo 05 de junio, en segunda vuelta, más de dieciséis millones de peruanos acudiremos a las urnas para decidir el curso de nuestro presente e inmediato futuro como país. En tal sentido, hay que ir con la convicción y el deber moral que implica tamaña responsabilidad. Pese a que las campañas políticas y justas electorales parecen ser cada vez menos un cotejo de ideas y de programas y cada vez más se convierten en eventos publicitarios y espectáculos en los cuales, en lugar de convencer recurriendo a la inteligencia y la razón, los candidatos y los partidos tratan de seducir, de excitar y de asustar, apelando a campañas sicosociales que siembran temor y recelos y azuzan pasiones e instintos.
Estas elecciones son trascendentales, no olvidemos que estamos a escasos diez años de la celebración de nuestro Bicentenario como nación independiente. Sin embargo, seguimos arrastrando una serie de taras que avergonzarían a los precursores y héroes que dieron su vida en aras de tan ansiada independencia.
Seguimos siendo la suma de muchos y desiguales e injustos perues, según cifras oficiales del INEI, la pobreza actual alcanza al 38.4% de la población, sin embargo hay regiones que superan largamente esta cifra:: Huancavelica (77,2%), Apurímac (70,3%), Huánuco (64,5%), Ayacucho (62,6%), Puno (60,8%), Amazonas (59,8%), Loreto (56,0%), Cajamarca (56,0%), Pasco (55,4%), Cusco (51,1%), San Martín (44,1%), Piura (39,6%) y La Libertad (38,9%).
En la actual coyuntura política electoral la contradicción principal se da por un lado entre la democracia, la defensa de los derechos humanos y la anticorrupción y, por otro la dictadura, el autoritarismo y la corrupción fujimontesinista.
El fujimorismo encarna una de las etapas más oscuras y corruptas de la historia patria, la impunidad, el genocidio y el latrocinio del erario nacional significan la negación de la democracia, la dignidad y los derechos fundamentales. Un régimen que convirtió a la política en un vil negocio, que compraba congresistas, conciencias y fallos de jueces, líneas editoriales de diarios y canales de televisión. Permitir su retorno al poder sería admitir que nuestro país está condenado a aceptar la degradación política y moral, el cinismo y la prepotencia encarnados, solo por citar un ejemplo actual, en la reciente amenaza de Martha Chávez al Presidente del Poder Judicial, por el “tremendo delito” de haber condenado al genocida Fujimori. Deberá atenerse a las consecuencias, fue su infeliz frase.
Como peruanos dignos y orgullosos no podemos ni debemos permitirlo.
¿Genera cierta duda y desconfianza la candidatura de Ollanta Humala?
Definitivamente que si, dudas y desconfianzas, que deben ser aclaradas, mientras en la candidata fujimorista y, en el tenebroso entorno que la rodea, es decir el mismísimo de su padre, tenemos verdades y certezas de lo que representó aquel oprobioso régimen y del que a última hora pide perdón e inútilmente pretende desligarse. No se puede ofender de tal manera la inteligencia de los peruanos.
Finalmente, creo que la democracia, con todos sus errores e imperfecciones, la defensa de los derechos humanos y la lucha contra la corrupción, aspectos fundamentales a considerar al momento de emitir el voto; en enorme medida, están garantizados con la presencia, en la fórmula presidencial de Gana Perú, de Omar Chehade el ex jefe de la unidad de extradiciones en la Procuraduría Ad Hoc anticorrupción para los casos Fujimori - Montesinos.
¡Qué el pueblo decida!
MUY BUEN ARTICULO
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